Jardín Zen
Un jardín zen o Karesansui es un estilo de jardinería popular en Japón -aunque su origen se centra en China, en el período Muromachi (s. XVI -XV) donde los monjes budistas, tras años practicando la filosofía del budismo zen, comenzaron a construir jardines secos con arena y piedras-. Hoy en día su finalidad es construir un lugarcito sereno para meditar, reflexionar y observar desde la tranquilidad del hogar.
Es una manera de conectar con uno mismo y con la simplicidad que te rodea. Son muy fáciles de mantener debido a la poca cantidad de elementos que requiere, y existen miles de maneras de construir uno, ya que es algo personal y único.
La característica básica de los jardines zen es que son muy simples. No es la idea llenar de elementos el jardín, sino encontrar la belleza en la simplicidad. Basta con piedra y arena, no necesita agua ¿Por qué solo dos elementos? Esto se relaciona con la energía yang y la energía yin. La primera se representa con las piedras y la segunda con la arena. Estas a su vez representan, la primera, a las montañas y su perseverancia a través del tiempo. La segunda, el agua que fluye entre ellas.
Pueden incluir grava, plantas, musgo y árboles para dar algo de vitalidad a los jardines -a la vez que delimitan el espacio del sector-, pero cuidado con la aparición de maleza, que perturba el aspecto limpio y puro del jardín. Asimismo la lluvia arruina un poco el aspecto de la superficie pero solo hay que esperar a que se seque. A su vez incluye elementos fabricados por la mano humana como puentes o senderos hechos de materiales naturales (piedra, madera), o incluso estatuas.
Cada componente está ubicado por motivos específicos, no están allí por el azar, ya que al planificar un jardín zen se intenta expresar algo. Por ejemplo, se puede imitar la geografía de una zona de islas real, o, pensando de manera más abstracta, se puede graficar la personalidad de quien construye el jardín.
Pero ¿qué se hace en un jardín zen? Principalmente observación y meditación. Su fin no es pasear por la superficie, sino apreciarlo desde una plataforma. Por otro lado, la arena se rastrilla -generalmente- en paralelo excepto en las zonas de rocas. En esa parte el rastrillaje rodea a las piedras, simulando olas que abrazan a las montañas como un anillo.
Trazar líneas en la arena es una manera de expresar el estado de esas “aguas”, y ese estado puede cambiarse con la frecuencia que desees. Por ejemplo, si un día te sentís abrumado, una forma de expresar esas nubes que distraen tu mente puede ser rastrillar muchas ondas. Quizás luego de ello te sientas mejor, entonces vas a trazar nuevas ondas, más pacíficas.
Muchas personas adoptaron la tendencia de construir jardines zen en miniatura. Podés construir uno pequeño-perfecto para el escritorio de quienes hacen trabajo remoto- o uno que abarque una porción importante de tu patio. Los de tamaño reducido utilizan los mismos elementos (arena-grava y piedras) y la idea es la misma: meditar y contemplar la belleza de lo simple. Por su parte, la mirada occidental propone utilizarlos también como un método anti-estrés, e incluso algunas personas le agregan pequeños estanques con vegetación acuática.
Por último, no hay que olvidar que los jardines zen traen consigo la filosofía del budismo zen, de la cual se podría hablar horas y horas. Abarca un montón de conceptos y miradas sobre la vida, pero para no explayarme tanto, te comparto lo más básico: busca depurar la mente a través de la meditación, limpiar todo aquello que perturba para concentrarse en disfrutar el ahora. También intenta despegarse de tanto materialismo y aprender a valorar las cosas pequeñas.
¿Qué te parece comenzar este proyecto para recibir el nuevo año? Como mencioné anteriormente, no tiene mucho costo de mantenimiento y los materiales pueden encontrarse en cualquier tienda de jardinería ¡Animate a aprender más sobre el mundo de los jardines zen y la meditación!