Escrita por Miguel Mantei.
Si escuchamos esta frase, dicha así, simplemente pensaríamos que es la expresión de alguien adicto al mundo del juego, ¿No? En realidad es el principio de una premisa que nos plantea una forma de proceder, de concebir la vida.
Estamos firmemente convencidos que para se obtengan beneficios palpables la conducta debe tener como horizonte el compromiso diario por una mejora sostenida con un compromiso social y comunitario.
Es apostar, en el buen sentido de la palabra al sacrificio que implica una rutina productiva, fijando metas y objetivos claramente alcanzables.
Se podría apostar de otra manera, ¿no? Pensando que el azar, de manera mágica y fortuita nos podría modificar el hoy y el ahora de forma inmediata…interesante pensamiento para un libro de ciencia ficción.
Ese mundo de sacrificios, que muy poco conocemos desde las grandes urbes, es el que a pesar de las sequías, las inundaciones, las enfermedades y más de una vez la carencia del alimento necesario, continúa siendo el engranaje primordial del aparato productivo.
Cuando disfrutamos cada sorbo de un mate, cada tostada con miel, muy pocas veces, diríamos casi ninguna nuestra mente enfoca el sacrificio que tantas almas tuvieron que realizar para que en nuestra mesa estén presentes esas delicias.
Nos transportan los olores, los sabores a momentos únicos que alguna vez transitamos con sensaciones similares…
Esa magia solo se logra cuando uno apuesta. Cuando uno apuesta al trabajo, a la naturaleza y su cuidado.
Ganamos calidad de vida cuando disfrutamos de buenos momentos, del placer de compartir con afectos sucesos irrepetibles como una buena comida o un buen mate.
Y es el momento de subir la apuesta. Para conseguir multiplicar los placeres y el bienestar es necesario apostar más fuerte: es imprescindible generar trabajo genuino. Hay que lograr, con toda la seducción que esté al alcance, que muchas almas nobles vean con buenos ojos que el trabajo no es una cosa horrenda más parecida a la esclavitud que un verdadero elemento que nos dignifica haciendo que no falte el pan en nuestra mesa.
Apuesta dura ésta de convencer a la gente para que trabaje, ¿no? Dura, pero no imposible. Y como ganar nos gusta a todos… ¿Qué tal si volvemos a apostar?
Apostemos por aquellos que nos ayudan a mejorar la cadena productiva. Apostemos por quienes a fuerza de vocación y pasión consiguieron un título, no para exhibirlo en una hermosa sala de reuniones, sino para meter mano y descubrir que siempre se pueden desarrollar métodos y procesos más sanos y eficientes.
Si hacemos un balance de como venimos apostando la bolsa se va llenando….pero un buen apostador siempre quiere una última chance… ¿Usted, no?
Le propongo la apuesta más difícil, la que muchos personajes célebres de los últimos años, de las últimas décadas, diría, no se animan a hacer.
En esa apuesta se gana todo o se pierde todo. No hay término medio. Es a suerte y verdad ¿Se anima? Piénselo… Hasta ahora no se jugó… Hasta ahora solo leyó… Puede hacer que su futuro cambie como no lo hizo jamás… Hay que apostar fuerte…
Para eso hay que tener cierta dosis de coraje, un poco de audacia, mucho, pero mucho corazón ¿Intuición? Puede ser, pero si me da a elegir prefiero la perseverancia…
Bueno, si se anima a apostar… Le propongo apostar por unirnos, en serio, como Nación, como lo hicieron los alemanes, esos a los que tanto ponderamos… ¿No se anima? No es tan difícil… Solo es necesario querer ganar, como individuos, como comunidad, como seres humanos…
¿Apostamos?