Cada vez se pone más de moda tener una huerta propia, aunque sea con unas poquitas verduras. Resulta más sencillo para quienes tienen un patio o terraza propio pero, ¿y los que viven en departamentos, con un balcón pequeño? También es posible. En esta nota, te vamos a mostrar algunas cosas a tener en cuenta para diseñar y mantener tu huerta en un balcón o espacio reducido.
Recipientes
Diseños para huertas pequeñas hay a montones. A modo de escalera, sobre un cajón, verticales, etcétera. Y como no: reutilizar también entra en este terreno. Cualquier recipiente puede ser una excelente maceta, por ejemplo una botella, un bidón, un cajón de mimbre, una caja de telgopor o un pallet. Lo esencial es que tenga un buen drenaje para que no se estanque el agua, y otorgue espacio suficiente para que las verduras crezcan.
Algunas plantas requieren que el recipiente tenga como mínimo 40 cm. de profundidad para que sus raíces se desarrollen, mientras que otras como el perejil necesitan sólo 10 cm. Por lo tanto, a la hora de diseñar tu huerta urbana, primero necesitás decidir cuáles son las plantas que vas a sembrar. Además de ocupar espacio con sus raíces, la planta final también necesita su espacio para crecer libremente.
Pongamos algunos ejemplos: para recipientes pequeños (como una lata de 800 cm3), crecen bien especies como la radicheta, la rúcula y la espinaca. Otras especies van bien en macetas de jardín: la cebolla, el ajo, el puerro, la zanahoria, las arvejas o la berenjena. Pero no te olvides: cada especie tiene sus propios tiempos y ocupa espacios distintos. En internet hay muchísimas guías disponibles para que puedas aprender cómo funciona cada especie.
Las plantas aromáticas (la menta, el romero, el laurel, el tomillo) también aportan al crecimiento de la huerta: atraen polinizadores, insectos beneficiosos (acá entran las vaquitas de San Antonio, que se comen los pulgones y ácaros) y alejan las plagas.
Luz, suelo y riego.
Un aspecto a tener en cuenta es la cantidad de luz solar que reciben las plantas. En lo posible, lo mínimo es 5 horas diarias -en el caso de las hortalizas de fruto y de raíz-, y 3 horas para las de hojas (como la lechuga) ¡Ojo en el verano! Cuando el sol impacta tan fuerte, puede arruinar tus plantas. En esa época es mejor colocar una media sombra para que la luz sea indirecta, o pasto seco y cartones sobre la tierra, así generan sombra.
Un sustrato apropiado nutre a las plantas y drena el exceso de humedad. Podés armarlo vos mismo mezclando 1 parte de tierra negra, 3 partes de abono y una parte de arena gruesa o de viruta. El abono también podés producirlo por tu cuenta utilizando compost o hummus de lombriz. Y si te parece necesario, podés aplicar fertilizante.
Por último, el riego. Hay que evitar los extremos: poca agua es igual a menos producción, y demasiada agua baja la calidad y el sabor de la planta, además atrae enfermedades. Se aconseja regar con frecuencia, y sobre la tierra, no sobre las hojas. Un tip para saber cuándo es suficiente agua, es regar hasta que veas que el envase gotea.
A la hora de sembrar, podés utilizar recipientes pequeñitos como vasos o bandejas de cultivo. Una vez que los plantines hayan crecido, podés trasplantarlos a donde corresponda ¿Y cómo saber cuándo están listos para el trasplante? Obviamente, esto depende de la especie. En el caso de las verduras de hoja, cuando desarrollaron 3 o 4 hojas, ya pueden trasplantarse.
Como explicamos antes, cada planta tiene sus propios tiempos, de siembra, crecimiento y cosecha. Una buena opción es armar un calendario para saber qué plantar y qué cosechar cada época del año.
¡Ya no hay más excusas! Podés disfrutar de muchas verduras orgánicas sin la necesidad de comprarlas. Aprovechá los pequeños espacios para armar tu propia huerta.