Casas chorizo
Una postal de la antigüedad
La temática de las casas chorizo estuvo presente en Magazine hace unos años, cuando nuestra querida Shirley Epifano escribió sobre ellas. Fue un tema que interesó mucho a nuestros lectores y seguidores, y como el público siempre se renueva, lo traemos de vuelta.
A causa de la gran llegada de inmigrantes a mediados del siglo XVIII y primeras décadas del XX la demanda de viviendas creció considerablemente. En los espacios habitados como los famosos conventillos ya no entraba ni un alfiler, entonces se aprovecharon al máximo las cuadras para transformarse en angostos -pero alargados- lotes que luego darían paso a las casas chorizo, un tipo de vivienda en el cual podemos notar la evolución de la mirada arquitectónica a lo largo de las décadas en los cuales fueron populares. Sobre todo fue notable en las fachadas, cuyo estilo de decoración también cambió con el tiempo.
Estas casas se construían en un terreno de aproximadamente 8,66 metros por 25 o más metros de fondo. A causa de estas dimensiones es que las habitaciones de las viviendas se alineaban al lateral.
Los ambientes estaban ordenados de manera específica. Primero lo primero: un espacio para lo social y recibir invitados, el zaguán. A su costado podía comenzar la cadena de habitaciones, o quizás estar entre medio de una habitación y una sala. Algunas personas alquilaban esa sala a comerciantes o profesores particulares. En los ambientes que le seguían se armaban los dormitorios. Casi llegando al final se ubicaba la cocina y al fondo de todo el baño, posiblemente junto a un lavadero, un galpón, un gallinero o una huerta.
Y a lo largo de todas estas habitaciones, un patio en hilera, que en ocasiones era separado por medianeras (por este motivo a estas casas también se las llama casas de patios). En su exterior también contaba con una galería, para proteger de las posibles lluvias. Se dice que en el primer patio los habitantes se dedicaban a socializar con los vecinos. Quizás mostrar sus macetas con malvones y geranios o sus fructíferos limoneros. En el patio trasero, que brindaba más privacidad, los pequeños de la familia jugaban tranquilos.
Cabe destacar que todos los cuartos estaban conectados y además disponían de ventanas o puertas que daban al patio. Sumado a sus techos de 3 metros de altura, las casas chorizo a pesar de su extraña distribución de ambientes (no quiero imaginar el miedo que sentiría un niño al tener que cruzar toda la casa para ir al baño durante la noche) brindaban una ventilación envidiable.
Sin embargo el origen de este tipo de viviendas claramente no se ubica en Argentina. Su historia es una cadena de inspiraciones, que se dice comenzó en el territorio romano. Luego los árabes mantuvieron ese estilo y al invadir tierras españolas llevaron con ellos ese tipo de construcción. Más tarde los inmigrantes españoles volcaron esa arquitectura en algunos barrios porteños, aunque la costumbre también se llevó a otras provincias como Mendoza, Rosario o Córdoba. Incluso podemos encontrar este tipo de estructura en algunas ciudades uruguayas como Montevideo.
En la actualidad es posible encontrar esta clase de viviendas gracias a la restauración de las mismas. Mientras que, lamentablemente, algunas de estas joyas arquitectónicas se pierden, otras tantas se reciclan y renuevan de manera que no se pierda la magia de su construcción. ¡Y no solo funcionan como viviendas! Muchas tiendas o hasta gimnasios se encuentran ubicados en estos lotes. Así es como conviven la antigüedad de hogares centenarios con la modernidad de los altísimos edificios en los barrios de las ciudades porteñas.
Una de esas viviendas perteneció a la familia Ezeiza, que durante años fue una escuela para sordomudos, y actualmente es una hermosa galería comercial en el barrio de San Telmo, conocida como Pasaje de la Defensa (en la calle Defensa 1779). Tanto en planta baja como en el primer piso se comercializan objetos, ropa y antigüedades de todo tipo.
La próxima vez que pases por barrios como San Telmo, Palermo, Caballito, entre otros, prestá atención a las bellezas arquitectónicas que se encuentran por allí ¡Estoy segura de que vas a encontrar alguna que otra casa chorizo en el camino!